Misión, individuo y comunidad - Contemplata aliis tradere
Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.
El carisma dominicano, donde se armonizan las exigencias de ser uno mismo y de la vida comunitaria, sólo prospera en el talante contemplativo. Que no significa evasión a un mundo imaginario sino abrir los ojos para, penetrando la capa superficial, mirar a las personas y a los acontecimientos desde Dios-amor como único centro. En otras palabras, ir tejiendo la existencia en actitud teologal para que, iluminados por la verdad de Dios revelada en Jesucristo, descubramos también la verdad de nosotros mismos, la verdad del otro y la verdad del mundo. Eso quiere decir contemplación con los ojos abiertos. Según sus biógrafos, Domingo en su predicación itinerante siempre “hablaba de Dios o con Dios”. En la comunidad dominicana cada uno se ve despojado de sus máscaras y mentiras, descubre su propia verdad; y esa vida comunitaria no es auténtica si el otro no es aceptado como imagen de Dios, que nos lo entrega como hermano. Cuando falta ese talante contemplativo, el individualismo feroz destruye la comunidad dominicana que, cuando más, queda en una sociedad de seguros mutuos. En cambio cuando la vida en común se inspira y apoya en ese talante contemplativo, dicen nuestras Constituciones: “somos testimonio de la reconciliación universal en Cristo predicada con nuestra Palabra”. Ese clima que nos permite ir creciendo en la verdad comunitariamente, lo transmitimos en nuestra predicación. Es el significado que originariamente tuvo el lema “contemplata aliis tradere”.
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